uno lo empieza a comprender más tarde. Los que  ayer asistimos al concierto de Silvia Comes  -exceptuando tres-ya nos encontrábamos en esa franja de edad en que este poema lo tienes más que asimilado y experimentado. Vamos, que estamos en eso que llaman la madurez, una época que el poeta consideraba aburridísima porque no pasaba nada. Puede que tenga razón, pero ayer, los maduros disfrutamos muchísimo -también los jóvenes que aun están en la temporada

de querer dejar huella- con el concierto Vals del aniversario, de Silvia. Como ya he contado aquí, Silvia escogió durante el confinamiento de compañero de viaje a Gil de Biedma y se dejó llevar. El resultado es fantástico porque Silvia ha musicado poemas tan difíciles como Años Triunfales con esas imágenes tan potentes como Barcelona y Madrid eran algo humillado/ como una casa sucia, donde la gente es vieja o se salía a las calles de un invierno/poblado de infelices gabardinas que te dejan desolado. A mi me gustan mucho en particular, además del citado,  Resolución y No volveré a ser joven. Y para colmo durante la hora y pico que dura el concierto también escuchas a Jaime recitando sus poemas. En fin, queridas y estimados, que les voy a contar, fue una noche espectacular a la que siguió, como no podía ser de otra manera, una cena en la terraza y animada conversación entre los maduros y los jóvenes. Entre los que aun quieren dejar huella y los que ya solo intentamos disfrutar del momento como el de ayer.