Queridas y estimados

Pues llegó la hora. Por fin abrimos el telón (imaginado, porque telón lo que es un telón no tenemos) de nuestra sala de ensayos. Gustazo volver. Ya todos con la vacuna puesta, el aforo limitado, la mascarilla en la boca, pero volvimos. Y lo hicimos con la obra que Eduardo Mendoza ha escrito a Patricia Jacas, nuestra diva más diva. Expectación en las gradas. Saludos alborozados entre unos y otros.  Dos días con sesión. Nervios de estreno. ¿Gustará nuestro nuevo espacio? Suspiro aliviado: Sí. Incluso varios nos comentaron que era mejor que el anterior. La sonoridad excelente. ¿Llevabas micro?, pregunto una espectadora a Patricia en la cena. No. «Joe como canta» fue el comentario más oído. «Pues las canciones las ha escrito ella», comentaba el otro. «¿Además? Pues son maravillosas», decía el de más allá. ¿Y el guitarrista?, preguntaba la de más acá. «Es Walfrido Domínguez, cubano», explicaba yo. «Pues además de tocar como los ángeles, borda su papel de músico que aguanta los caprichitos de la diva mimada», decía, mientras intentaba saludar al músico rodeado de fans.  Los dos días hubo bises. El tiempo acompañó y como éramos pocos (antes solíamos ser 40, ahora 20) nos acomodados en cocina y terraza. Tertulia animada. Menú del viernes: ensalada de lentejas y estofado (¡se deshacía en la boca) de ternera y flan de cuajada. El respetable repitió y tripitió. No quedo nada, así que el sábado vuelta con las lentejas y unas estupendas albóndigas acompañados de esos ñoquis de sémola que son un pecado y para terminar Quesada, un postre muy cántabro.  Y sobre todo mucha conversación entre unos y otros. Hasta la próxima